8.6.17

Cuando uno es consciente de todo esto, la vida toma otra dimensión, otro valor

EL VIAJE DE REGRESO A CASA


De pronto un día te paras a pensar en el camino recorrido y te das cuenta que te quedan menos años por vivir de los que ya has vivido y sin poderlo evitar a tu mente viene ese viaje que sabes debes hacer inevitablemente, el viaje de regreso al lugar de donde un día viniste a este mundo de la materia.

Con un proyecto de vida a realizar, con un montón de cosas por aprender, con la ilusión de evolucionar como ser humano y cuando haces balance ves lo poco que has hecho, del tiempo que has perdido y lo único que te puede consolar es prometerte a ti mismo diciéndote que la próxima vez lo harás mejor.

Y empiezas a tomar conciencia, A IMAGINAR cómo será ese viaje y te vienen a la mente imágenes de lo que has leído, visto, sentido u oído de cómo será cruzar el umbral y penetrar en el universo de lo inmanifestado, si habrá alguien esperándote, como será ese lugar donde vas, pero uno es muy racional y rápidamente pone el mental a trabajar, porque si algo tengo claro es que lo que puedo y debo hacer desde aquí es preparar lo mejor posible ese viaje de regreso a casa.


Y de lo primero que eres consciente es de que es un viaje sin equipaje, que no puedes llevarte nada de lo que posees aquí, porque nada te pertenece, tan solo viajara contigo el conocimiento que hayas conseguido integrar de tus experiencias y lecciones en la vida.

También te das cuenta que en ese viaje no puedes ir acompañado de nada ni de nadie, que debes enfrentarlo en soledad, sin autoengaños y con la única compañía de ti mismo.

Cuando tomas conciencia de todo esto, se produce una transformación instantánea en ti, te vuelves más observador, más receptivo y más sensible a todo lo que te rodea y sabes que debes empezar a desapegarte de todo. 

Dejar ese sentido de pertenencia, que como humanos nos posee, disfrutar de todo y respetar su esencia, todo se pertenece a sí mismo a nadie más, el querer poseer algo te hace tomar conciencia de que es la forma más rápida de perderlo.

Y en esa sucesión de pensamientos, hay uno que no deja de insistir, una voz interior que te dice que debes dejar todo resuelto, que para hacer el viaje con serenidad lo mejor es intentar no dejar nada pendiente.

Y te pones manos a la obra para:

Dar “LAS GRACIAS” a todas aquellas personas que han compartido parte de tu vida y te han ayudado a crecer.

Para “SER AGRADECIDO” con quienes están más cerca de ti por la felicidad que han aportado a tu vida.

Para dejar en su lugar todos “LO SIENTO” de los momentos en que te equivocaste.

Para dejar dichos todos los “PERDÓNAME” entregados a quien causaste dolor.

Para dejar todos los “TE QUIERO” a tus seres queridos, para que sepan el cariño que les tienes.

Y como no, para dejar todos los “TE AMO” en el corazón de las personas que has amado.

Y a partir de ese momento ser generoso con la vida, con las personas, quedarte solo con lo bueno de todo lo vivido, pedir perdón por las numerosas ocasiones que uno no ha estado a la altura de las circunstancias o simplemente por no haber dado lo mejor de sí en cada momento.

Relajar la mente, suavizar el corazón y vitalizar el alma, caminar con tranquilidad y a la vez con decisión hacia la estación de donde partirá el último tren, ese que te llevara de vuelta a tu origen, ese que te llevara de regreso a casa.

Luego cuando tu pensamiento se proyecta un poco más adelante, cuando visualizas como será todo después de tu partida, te das cuenta que después de pasadas unas horas todo vuelve a la normalidad, cada uno a su tarea, a su quehacer diario, la vida no se detiene.

Tomas conciencia que dejas de “SER PRESENCIA”, para ser “RECUERDO” y valoras en su justa dimensión la palabra recuerdo, porque es realmente bello, que aun después de haberte ido, permanezcas en el recuerdo de todos los que te quisieron y sentir como en su rostro se esboza una sonrisa y en su corazón se desliza una gota de ternura al recordarte.

Cuando uno es consciente de todo esto, la vida toma otra dimensión, otro valor y uno vive cada día lleno de energía vital. A mí cuando reflexiono sobre esto siempre me viene a la mente el estribillo de una bella canción: “gracias a la vida que me ha dado tanto”

No olviden nunca que el hecho de nacer lleva implícito que algún día tendremos que hacer el viaje de regreso a casa.


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