2.3.17

Todo tiene su tiempo y los grandes cambios se producen de manera paulatina

LA REGLA DEL MINUTO: Un método para combatir la pereza


Muchas personas se hacen propósitos de cambio. Hacer ejercicio todos los días, leer cada noche, o ajustar de alguna manera su estilo de vida. La regla del minuto es uno de esos métodos que te ayudan a que no todos los propósitos mueran de inacción.

En Occidente tenemos la terrible costumbre de intentar conseguir grandes cambios de forma rápida. Pensamos que es una cuestión de fuerza de voluntad y es así como nos echamos sobre los hombros algunas tareas que después no somos capaces de cumplir.

Sólo un hábito puede dominar otro hábito”.
-Og Mandino-

Queremos cambiar de un día para otro, y cuando no lo logramos nos sentimos culpables y frustrados. El punto es que quizás sí tenemos la suficiente voluntad para lograrlo, pero tal vez no estemos utilizando el método correcto. Es ahí cuando se vuelven válidos algunos truquitos, como la regla del minuto: es gratis, sencillo y dicen quienes lo han practicado que resulta muy eficaz.

¿Qué es la regla del minuto?

Como el nombre lo indicala regla del minuto es un método basado en una unidad mínima de tiempo. Proviene del Japón y ha sido utilizado tanto en aspectos de la vida laboral, como en situaciones de índole personal.

Los orientales tienen la ventaja de entender que todo es un proceso y que los grandes logros son fruto de largos esfuerzos continuados, en los que se deben cumplir diferentes etapas. Su mayor virtud es comprender que la rapidez, casi siempre, no nos lleva a ninguna parte.

La regla del minuto dice que debes comenzar a introducir un cambio en tu vida durante un minuto solamente. Si lo que quieres es mantener una rutina de ejercicios empieza por dedicarle un minuto al día. Lo mismo con cualquier costumbre que quieras introducir o erradicar. Eso sí: no puedes fallar ningún día.

¿Es eficaz la regla del minuto?

Quienes la han practicado aseguran que la regla del minuto es sumamente eficaz para conseguir esos cambios que se nos resisten. El principal enemigo de la acción es la pereza mental, física y emocional, que aparece cuando tenemos que hacer algo que nos implica más esfuerzo del que estamos en capacidad de invertir.

Sentimos que algo es muy difícil de lograr porque nuestro cerebro se resiste a los cambios. Ya tenemos formas preestablecidas de actuar y repetirlas día a día es una forma práctica de sobrellevar la rutina, sin desgastarnos demasiado racionalizando lo que vamos a hacer.

Por eso la regla del minuto es tan eficaz. Permite establecer esa marca en el cerebro para introducir un cambio, y lo hace sin que sintamos que tenemos que hacer un esfuerzo enorme para adaptarnos. Un minuto pasa rápidamente, pero la huella queda: de este modo, se va afianzando la modificación en el estilo de vida, sin que apenas nos demos cuenta.

Del minuto a la vida

Lo ideal es aplicar la regla durante al menos 60 días seguidos. Es un tiempo suficiente para que aquello que antes resultaba completamente ajeno a nuestra rutina, se convierta en una actividad familiar. Y si logramos experimentar esa acción como “normal” irán desapareciendo las resistencias a realizarla.

Los orientales saben que todo tiene su tiempo y que los grandes cambios se producen de manera paulatina. La regla del minuto es apenas una ayuda inicial, que permite disponer el cuerpo y la mente para lo nuevo. Pero, obviamente, las cosas no se pueden quedar en un minuto simplemente. Es necesario que el tiempo de práctica de la nueva actividad se vaya ampliando poco a poco: de uno a cinco minutos; de cinco a diez y así sucesivamente.

Los ciclos pueden ser de 60 días, pero esto siempre depende de cada caso particular. Algunas personas son más permeables a los cambios y podrán pasar de una etapa a otra más rápidamente. Otros, en cambio, necesitarán más días para aumentar el tiempo de práctica de la nueva actividad. Así, es importante que te conozcas lo suficiente para determinar cuáles son tus tiempos.

La regla del minuto es ideal para para tareas que no nos motiven demasiado o nos produzcan una gran pereza. Un ejemplo es el de la rutina de ejercicios, pero también puede aplicarse a cualquier tipo de hábito que deseemos adquirir. Piensa: con un método tan sencillo, ¿por qué no intentarlo?

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