9.6.14

Nos conformamos con decir que seremos felices si alguien, a quien decimos amar, se comporta a la medida de nuestras complacencias.

EL AMOR Y LA PASIÓN

“La diferencia entre el amor y la pasión es sencilla, 
la pasión busca la felicidad en el otro, 
mientras que el amor busca la felicidad del otro”.

En la actualidad los seres humanos que poblamos este maravilloso planeta, llamado tierra, decimos que amamos, pero no sabemos todavía qué es eso exactamente.

El egocentrismo de nuestro actual desarrollo evolutivo denota aun un nivel narcisista en el que las relaciones tienden a desarrollarse de manera muy primaria.

Todavía pensamos que el amor es un sentimiento de atracción por el que abrazamos tan solo el ser que nos satisface y dejamos de amar cuando nos sentimos molestos.

Mientras uno gana ese amor, que más tiene que ver con nuestra identidad profunda que con las maravillas de la persona que uno abraza, expresamos los patrones emocionales que aprendimos en nuestra infancia.

El crecimiento personal del ser humano y el acceso a un nivel más elevado del desapego, también llamado amor, pasa por una mayor amplitud de conciencia y la superación de los patrones de dependencia.


A veces llamamos egoísta al ser humano que vive exclusivamente interesado en él. Nadie es culpable del nivel evolutivo en que se encuentra, quizá porque la vida es un caminar por una sucesión de lecciones que enfrentar.

La vida es toda una carrera en la que nos doctoramos en expansión de conciencia y descentralización gradual de la persona.

La experiencia de identidad “YO” se amplia y pasa del cuerpo físico a la familia, de la familia a la sociedad, de la sociedad al mundo y del mundo al universo.

La vida es una llamada a la continua universalidad de nuestros intereses y a la ampliación del margen de tolerancia. LA DIVERSIDAD es la lección con la que se expande nuestro “YO” en general, atrincherado en ideas exclusivas y cerradas.

A menudo, sucede que hasta el sacrificio más grande que podamos hacer para favorecer a otra persona, en realidad es porque en algún nivel interior sentimos una satisfacción compensatoria.

A veces nos motiva la imagen de benefactores que ofrecemos, otras veces se debe a la manipulación soterrada para lograr que se nos quiera.

Muy pocos seres son los que han conquistado la pureza de corazón, para moverse en apoyo de otros seres humanos, solo por amor y compasión de manera altruista y desinteresada.

La capacidad de amor en realidad es consecuencia de un camino de profundidad y aprendizaje del alma.

El hecho de propiciar el bien de alguien, sin acumular satisfacciones propias es un logro evolutivo que todavía tiene que ver más con el milagro de la GRACIA.

El yo superficial e individual es lo que ahora tenemos. Es el equipaje del que se sirve la vida en este plano material, para ser expresada. Conforme vayamos avanzando en EL CAMINO… disolviendo narcisismo, a la vez que nos desprendemos de muchas de nuestras defensas y corazas, podremos decir “SOY AMOR”.

Tal vez en esa desnudez del alma, todos y ninguno, somos el objeto de nuestra más intima mirada.

El AMOR es un estado de conciencia en el que lo profundo se abre y se revela… mientras tanto nos conformamos con decir que seremos felices si alguien a quien decimos amar se comporte en la medida de nuestras complacencias.

Porque desgraciadamente cuando éste no satisface nuestras ocultas necesidades y hace aquello que no nos gusta y nos altera, se olvidan los caminos cálidamente recorridos y nacemos a la separación, a la sordera y a la ceguera del alma. 

A solas conmigo mismo en numerosas ocasiones le pregunto a mi corazón abierto… ¿quién eres? El me contesta... soy infinitud, océano de conciencia.


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